Ir al contenido principal

Pick up

Se vendió la camioneta y el entrecoveco del hueco se me cerró por no tener cómo llenarlo. Así las puertas de la casa grande esa que llaman de estudios acudió en mi boca un sinsabor de mieles chorreadas por las paredes que tampoco pude saborear por no tener cómo. El cómo me come y el porqué me aturde y basta y sobra un vientecito cualquiera para tumbarme. Coloso, momentáneo el momento de respirar profundo y comenzar la caminata continua pero cada vez más abajo en el subsuelo hediondo. Aquí las hormigas trabajan doble, yo no hago nada. Se vendió la camioneta y en mi desconsuelo veo como el pasar de mis veintiocho años se van sin dejar rastro. No poseo nada que sea realmente mío, como esos comodines y calmantes de acero, plástico y circuitos instantáneos que reflejan la madurez del adulto que deja su hogar teniendo la fuerza para caminar solo. Lo que tengo lo tengo gracias a la providencia que de mí ha tenido piedad, el problema que me aturde es que se le está acabando la tarjeta. Se vendió la camioneta como signo a mi gran derrota. Aquellos aludes, temblores, aquellos ademanes de futuro biselado, con cornetas enormes y cámaras por doquier donde se hicieran realidad las historias vacías. Esas arrecheras vivas de sentirme bastardo de por vida, de la vida que soba y golpea y de la que espero todavía el consuelo de una mano condescendiente. Esta depresión por falta de sueño que me hace pensar estupideces. Es solo el dolor de tener algo que se fue y me dejó en la bastedad de desentendido, del impotente, del nada. Yo Insecto escribí una vez y bastó y sobró la lejanía. Este letargo añejo completa mi vida y egoísta soy en no pensar justo ahora en mis niños chiquitos. A quién reclamo mi amarga tempestad. A los vientos solapados de mi ventana que gruñen y parecieran tumbar el techo sobre mi cabeza. Esa era mi camioneta, el calor de esa llama espejismo en la que se convirtió mi realidad. No era tan solo el apego al material o la comodidad del lleva y trae. Era el reflejo, el premio final que sería mío cuando se lo devolviera a su legítima dueña con todas las llagas borradas, que serían también las mías. Ahora lo que queda es esperar a ver qué coño pasa.


J. Gregorio Maita.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Fue por la noche (Cuento corto)

Qué pasó perro tonto que despiertas y ves en derredor la cama suelta, en paños calientes de la ducha que ensucia el piso, y la calma tomada de tu plato con adornos navideños, y el sonido clásico de la campanita que unta el ambiente de guirnaldas sueltas, que te rodean en la casa. Danco, calma tus ansias, reclama tu instinto una nota distinta, el acorde de la vez aquella que te measte en la cocina y te agarró con el periódico enrollado, y la carrera, tu cola, se cae, se revienta del miedo, ves la mano del hombre, tu hombre, que pega y no se despega de tu aullido transparente, se te pasó la mano en la galleta que te trajo ayer, y así es como le pagas. Mira, tu amo no se despierta, y son ya las nueve de la mañana, el sol ya salió, y no hay señal que te lo indique, que el paso de la noche por sus sueños pasó, que la sombra del descanso ya se fue, por donde vino, por esa misma ventana que te aturde hoy, que no cerraron anoche, porque habrá sido, le agarró la calma de la tormenta; le gustaba

Detrás de la puerta

¡Ay! Qué desorden, qué calamidad. El silencio y el olor a encierro como la perpetuación del tiempo en cuatro paredes. Vino y se fue la bonanza y tal, como la brisa que pasó hace como cuatro días a las tres de la tarde. Pero vean ustedes, damas y caballeros que esto leen, a este ser tan desposeído de humanidad. Parece, y que me perdone el dios de lo cursi, este espíritu atolondrado, una simple rama seca. Miren lo flaco, canoso, barbudo, sucio, lo ruin. Amarrado a una silla, a una posición delante del monitor pantalla metido en internet como si estuviera metido en la entrepierna de Susana -Shhhhh. Necesito silencio para concentrarme – mira el techo detrás de él. El techo es un espacio vacío. Concentrarse en qué. Pensarán ustedes que, con todas la diligencias y ocupaciones, pudieran entretenerse en otra cosa, pero hay que pensar que la locura, porque esto es una locura, es un mal concentrado en semejante esperpento. (Lean más bajito por favor, para no interrumpir su concentrada intención)

EL SILENCIO DE LAS RAMAS

Año 2034 ¿Ya volteaste a la ventana? ¿Te llama el viento, la lluvia gorda, el espeluznante sonido de las loras detrás de la pared escalonada de tú laboratorio improvisado? ¿Es el barranco de rocas bañadas en vapor lo que nace a metros de diferencia del amanecer dándote el aviso? Era ya el colmo del descuido, en tus invenciones cotidianas, hallar la manera de cambiar el mundo. ¿Preocupado por el mundo o por el periódico que no sabes si comprar por no tener la más mínima idea de qué día es? La maquinaria y el sonido disimulado del experimento. Tevines (marca registrada por la Corporación Hipermedia C.A.) listos, conectados a un sinfín de dispositivos inalámbricos pues la era del cobre a expensas del planeta fue convirtiéndose en una conducta moderada de utilización de recursos (aplica a todos los demás). Te tiembla el pulso, no por el café o el momentáneo nerviosismo, cosa genial que te derrumba al suelo del hombre que eres y que ahora piensas convertir en los anales de la historia hue