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Aquero

Una casa hecha de bahareque se encuentra rodeada de tierra seca. Su techo de zinc es brillante. El sol empieza a salir al mismo tiempo que una hornilla rudimentaria empieza a encenderse. De la puerta sale un niño caminando poco a poco. En su risa se nota alegría de nuevo día. Se detiene ante el camino de tierra frente de su casa por donde pasan algunos carros dejando una estela de polvo detrás. Aquero se apresura a pasar justo a tiempo antes de que pase otro carro a toda velocidad. Hay un barranco donde se nota la leve presencia de la humedad selvática en degradado de arriba hacia abajo de menor a mayor. Hay un paso pequeño por donde baja Aquero. Al fondo se ve una selva extensa, abrumadora. Aquero camina cuando llega abajo con el sol que lo perturba un poco, hasta llegar a la sombra de los árboles. Empieza a escucharse el riachuelo. La cascada diminuta da origen a un pequeño descanso de agua mansa. Aquero capotea y salpica con los pies la tierra y las rocas alrededor en la orilla. Ahora Aquero se sienta en lo profundo con la cabeza sobresaliente y juega con sus manos a que son carros a gran velocidad que pasan por su casa. Escucha un silbido. Su cabeza se paraliza, sube y el remoto sonido familiar lo empuja a salir del agua. Corre por donde vino hasta perderse dentro de su casa. Se agacha y gatea debajo de la mesa. Las piernas de su madre se atraviesan por momentos. El niño se sienta mientras su madre le sirve el plato. Ella le dice “Te lo comes todo. Ya debe estar fría la arepa.” La mamá le da un beso en la frente. Aquero sonríe mientras mastica.

J. Gregorio Maita.

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Fue por la noche (Cuento corto)

Qué pasó perro tonto que despiertas y ves en derredor la cama suelta, en paños calientes de la ducha que ensucia el piso, y la calma tomada de tu plato con adornos navideños, y el sonido clásico de la campanita que unta el ambiente de guirnaldas sueltas, que te rodean en la casa. Danco, calma tus ansias, reclama tu instinto una nota distinta, el acorde de la vez aquella que te measte en la cocina y te agarró con el periódico enrollado, y la carrera, tu cola, se cae, se revienta del miedo, ves la mano del hombre, tu hombre, que pega y no se despega de tu aullido transparente, se te pasó la mano en la galleta que te trajo ayer, y así es como le pagas. Mira, tu amo no se despierta, y son ya las nueve de la mañana, el sol ya salió, y no hay señal que te lo indique, que el paso de la noche por sus sueños pasó, que la sombra del descanso ya se fue, por donde vino, por esa misma ventana que te aturde hoy, que no cerraron anoche, porque habrá sido, le agarró la calma de la tormenta; le gustaba

Detrás de la puerta

¡Ay! Qué desorden, qué calamidad. El silencio y el olor a encierro como la perpetuación del tiempo en cuatro paredes. Vino y se fue la bonanza y tal, como la brisa que pasó hace como cuatro días a las tres de la tarde. Pero vean ustedes, damas y caballeros que esto leen, a este ser tan desposeído de humanidad. Parece, y que me perdone el dios de lo cursi, este espíritu atolondrado, una simple rama seca. Miren lo flaco, canoso, barbudo, sucio, lo ruin. Amarrado a una silla, a una posición delante del monitor pantalla metido en internet como si estuviera metido en la entrepierna de Susana -Shhhhh. Necesito silencio para concentrarme – mira el techo detrás de él. El techo es un espacio vacío. Concentrarse en qué. Pensarán ustedes que, con todas la diligencias y ocupaciones, pudieran entretenerse en otra cosa, pero hay que pensar que la locura, porque esto es una locura, es un mal concentrado en semejante esperpento. (Lean más bajito por favor, para no interrumpir su concentrada intención)

EL SILENCIO DE LAS RAMAS

Año 2034 ¿Ya volteaste a la ventana? ¿Te llama el viento, la lluvia gorda, el espeluznante sonido de las loras detrás de la pared escalonada de tú laboratorio improvisado? ¿Es el barranco de rocas bañadas en vapor lo que nace a metros de diferencia del amanecer dándote el aviso? Era ya el colmo del descuido, en tus invenciones cotidianas, hallar la manera de cambiar el mundo. ¿Preocupado por el mundo o por el periódico que no sabes si comprar por no tener la más mínima idea de qué día es? La maquinaria y el sonido disimulado del experimento. Tevines (marca registrada por la Corporación Hipermedia C.A.) listos, conectados a un sinfín de dispositivos inalámbricos pues la era del cobre a expensas del planeta fue convirtiéndose en una conducta moderada de utilización de recursos (aplica a todos los demás). Te tiembla el pulso, no por el café o el momentáneo nerviosismo, cosa genial que te derrumba al suelo del hombre que eres y que ahora piensas convertir en los anales de la historia hue