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Mostrando entradas de abril, 2007

La medición de la vara conformista (Ensayo corto)

He sido medido. Con la fuerza de la vara de los reales me escanearon el esqueleto de arriba a abajo. La fuerza superior del poder adquisitivo me miró de reojo. Su conclusión y el pasaje de salida me conservan en el sitio, frío, pensando. He nacido para pensar y por pensar me han medido, porque los pensamientos míos, pobres, chucutos, desentonan la tónica mundana del poder de la vara que me mide en los ojos de los que medianamente me conocen. La carrera es larga, y los pasos de plomo que doy no son suficientes. La caminata, cojonuda, abarca el caramelo del papel moneda, que con su ceros abarca mis pensamientos y más allá. Fui medido y reprobado por no tener nada fuera de mi cabeza, en mi cartera metidos, en la entidad bancaria calculado y sometido a tasas de interés. Sacaron mi lengua con una paleta de madera y me dijeron “Qué haces aquí mijito”. Me mostraron una poceta – benditos aquellos que se llevan el pan a la boca con el limpiar de urinarios – y les saqué un libro. Lo escupieron e

Las bases del mercado en América latina (Ensayo largo)

Las bases del mercado en América latina El modelo de dependencia se manifiesta en la mayordomia. El alquiler del espacio pautado como tuyo, empresario, como lo definió Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, al servicio de otras partes, que no son tuyas. No es el territorio que corre por los montones de casas, árboles, piedras, oro, petróleo, sino el producto final reconstruido, la lata vendida al que vende el hierro de la lata. Somos dependientes de los padres que nos “descubrieron”, los que consideran después de quinientos años que no hemos llegado, como lo anuncia la ilustración de Kant, a la mayoría de edad. Se crea la dependencia enferma de una inteligencia que nos negamos a nosotros mismos. Son las familias que controlan, por decirlo menos, importantes medios de producción no nacionalizados en distintos países y que para su desarrollo abogan por la asociación con otros que no son para ellos nada, sino un ejemplo capital a seguir. No ha importado la decadencia d

Boves descansa sobre una piedra prestada (Ensayo corto)

Boves descansa en una piedra prestada, con la sombra de un árbol que no es de él. Los mosquitos descansan en su mano como ella descansa en el mango de un machete. Boves fue un hombre común. Boves no quería ser animal. Decidió serlo para que nadie más lo fuera. Boves arrima la candela a su brazo partido. Boves no quería las lanzas, los escapularios y los chillidos gordos de la gente campesina. Boves amaba la tierra, vivía de ella. Boves amaba el país que le brindó hospedaje. Boves vive. Boves espera a su madre en un hospital del estado. Boves clama en su conciencia “del conocimiento no sean avaros”. Boves pretende surgir de la espada de aquél que lo acusó. Boves quiere salud, familia. Boves quiere estudiar de los filósofos, ingeniosos, científicos, críticos del pasado. Boves quiere aparecer en los libros de literatura. Boves clama, escucha. Boves reclama a los partidos el silencio aquel que le dejó sin habla un día, porque tenía la razón. Boves partió en dos la muralla, desconfianza, br

Fue por la noche (Cuento corto)

Qué pasó perro tonto que despiertas y ves en derredor la cama suelta, en paños calientes de la ducha que ensucia el piso, y la calma tomada de tu plato con adornos navideños, y el sonido clásico de la campanita que unta el ambiente de guirnaldas sueltas, que te rodean en la casa. Danco, calma tus ansias, reclama tu instinto una nota distinta, el acorde de la vez aquella que te measte en la cocina y te agarró con el periódico enrollado, y la carrera, tu cola, se cae, se revienta del miedo, ves la mano del hombre, tu hombre, que pega y no se despega de tu aullido transparente, se te pasó la mano en la galleta que te trajo ayer, y así es como le pagas. Mira, tu amo no se despierta, y son ya las nueve de la mañana, el sol ya salió, y no hay señal que te lo indique, que el paso de la noche por sus sueños pasó, que la sombra del descanso ya se fue, por donde vino, por esa misma ventana que te aturde hoy, que no cerraron anoche, porque habrá sido, le agarró la calma de la tormenta; le gustaba

Para qué soy periodista en radio (Ensayo corto)

Para ahorrar papel. La ecología en su contorno. Ni de cerca. El micrófono como arma mediática. El periodismo desde la segunda guerra mundial, de ondas electromagnéticas rebotando por nuestro espacio. Veamos el titular del día y respondámosle. Imposible. Un pliego de papel con tinta, una cámara de televisión, con el receptor – aparato biológico de la familia de los sapiens sapiens que solo vive y muere para recibir información – hilvanado las ideas contrastadas, casi inútiles, en su cerebro comunicativamente encerrado. Pero la palabra informativa – cincel perfora cráneos y células – encarga a la atención, prófuga de la divina justicia, un calmante, una pastilla, un recreo con papitas y refresco. En radio nadie ve las caras de nadie sino los que adentro disimulan la entrada en escena. El mago de la fiesta se encorva detrás de la vitrina anti ruido con un cartelito que le dice al otro bolsa que habla que se acabó lo que se daba. El periodismo es una comuna de cuestiones, vagas, necesarias

Los Extremos (Ensayo corto)

Chávez es ilegal por muchas razones. Circunstancias del tiempo en el que la sociedad se descompuso por comentarse, la falta de sesos, por los diversos conjuros de la psicología y la permanente visión política que busca, ante todo, un divorcio con lo social. Por eso el periodismo danza. Recoge su falda extensa, coge miedo en las bruces de su borde que mira abajo, y lejos entiende un letrero oxidado, blanco con letras negras, que la ética cayó aquí, y el que la quiera, mátese. El mundo al revés inunda a mí país, y la huida provoca cansancio generacional. Vámonos piensan mis piernas. Desecho las alpargatas por un momento para probarme los Adidas que me dijeron que eran más cómodos en la universidad. Aclaman mi valiente razonamiento con aplausos que se extienden a lo largo del pasillo central del edificio del centro de las aulas que están a la derecha del padre. Me acumulo a mí mismo, no sé, no quisiera saber nada para dormir en paz, porque si bien la bituminosa vanidad quiere salir de pas