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Mostrando entradas de abril, 2016

EN DIOS CONFÍO

Ese incómodo sabor ferroso en la boca. La lengua seca. Tragar grueso. La sed. La puta sed. Esa sed pétrea, la que deja costras blancuzcas en los labios. Los ojos que al tratar de abrirlos dejan entrar las gotas de sudor. El ardor de la sal. El rascarme. La grasa superficial de la piel que pica adentro. Una mentaita e madre. La extensión del brazo. Empieza la conciencia a tomar forma en el espacio. Las piernas recogidas. Un dolor intenso en el coxis. El brazo solo se extiende completo hacia arriba. Estoy rodeado de plástico y a pesar de lograr abrir los ojos lo único que se asoma es un reflejo borroso y medio fantasmal de una luz como de luna. Había un azul en el aire. Un cuadrado, un hueco, tal vez calculando la extensión de mi brazo de unos setenta y cinco centímetros. Una vaina chiquita, incómoda. Cuando intento incorporarme entiendo, por lo tullido de los músculos, que la cosa tardará un rato. El plástico que me rodea rechina en los pequeños claros de mi piel donde el sudor no lu