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Mostrando entradas de septiembre, 2009

No me llevo bien con los reptiles

Y aquella voz. Tu voz como corriente, tan vulgar, ajena en el eco del pasillo, entre las luces apagándose pelo a pelo. Sólo soy feliz cuando los demás me dan la razón. Y la razón es un espacio vacío. Pensabas que estaba allí pero no. Estoy respirando lento detrás de ti, tambaleándome también entre la borrachera del martes y la madrugada casi finita del miércoles. Nuestras andadas. Alcohólicos homónimos en simbiosis concurrente de pasos en falso y risas mentirosas. No me caigo por la cercanía de las paredes que parecieran caerme encima. Y los cuadros y afiches de tus diseños maravillosos que casi se caen al piso. Nuestra sala, desalumbrada con las sombras de una Caracas normal, tan común y corriente esta noche de amalgamas y pies descalzos para no despertar a tu madre que ronca en el cuarto de los niños que nunca pudimos tener. Esa bruja modorra que se cansa de su vida en la provincia como cansarse de un maratón en pleno sol de mediodía. Se cansa, arma sus maletas, toma el primer autobú

Lobo y su luna menguante

Un perro saca la lengua y vacía en su inocente actividad pequeñas trazas de saliva en la puerta de vidrio del balcón. Era uno de esos caninos que lambía y ladraba en sus pequeños reposos cuando su dueño, detrás de la transparente barrera, se detenía en el camino de salida a observarlo y a hacerle muecas ridículas de humano que terminaban siempre por excitarlo más. En esos casos, que en los últimos días no eran muchos, pues las salidas se fueron convirtiendo en lo natural de la rutina del no sé sabe dónde está cada quién, por el paso laborioso de la juerga, el casino, el bar, la casa del otro y el aquel, por la bonanza empírica y esporádica, el perro saltaba en brincos imposibles que hacían al dueño reírse de su instintiva estupidez. Esta vez la cuestión era diferente, pues en la salida, en el acomodo de las llaves, en abrir la cortina del balcón y ver al perro, sin morisquetas porque el pecho duele, va y se sienta cayendo pesado en la mesa del comedor, dándose duro contra el vidrio, pa